por Velloso, C. Rosalee Ewell
La comunión perfecta fue el deseo de Dios para su pueblo desde el principio —comunión entre toda la creación y comunión de nosotros como criaturas con su Dios. El casamiento es una de las formas de esta comunión; se trata de una manifestación pública del pacto entre un hombre y una mujer.
Dios crea a Eva para que sea la compañera de Adán y afirma que a partir de ese momento la pareja dejará al padre y a la madre para ser una sola carne (Gn 2:24). Este texto enseña dos cosas. En primer lugar, la igualdad entre el hombre y la mujer: aunque tienen roles diferentes continúan manteniendo su individualidad, y al mismo tiempo conforman una carne sin diferencias y sin luchas de poder.
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