por Bruneau Altamar, Robert Segundo
En nuestra América Latina, muchos sienten estar sobreocupados y sin espacios para el disfrute, el goce o la recreación. Sin embargo, tener una semana cargada de responsabilidades y tareas, sean ministeriales o no, produce un tentador sentido de propósito, identidad y de logro personal. Hemos aprendido a pensar que mientras más trabajo y más tiempo dedicamos a nuestras tareas, más valor y más aceptación tenemos y mejor cumplimos con las expectativas de nuestros colegas. No hay tiempo para parar y jugar; y además no se considera que sea productivo para las aspiraciones.
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