por Escobar, Samuel
Hasta hace poco la espiritualidad no fue un término utilizado con frecuencia en el ámbito evangélico latinoamericano. Sin embargo, los evangélicos siempre han cultivado su vida espiritual mediante prácticas a las que podemos llamar disciplinas espirituales, y siguiendo el ejemplo de la Biblia.
El evangelista Marcos narra una de las características de la disciplina espiritual de Jesús: “Muy de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, Jesús se levantó, salió de la casa y se fue a un lugar solitario, donde se puso a orar” (Mr 1:35). Es evidente que la práctica de Jesús llamó la atención de sus discípulos, y todos los evangelistas aluden a ella en algún momento. Por otra parte, en Mateo encontramos una descripción que resume la actividad del Maestro: “Jesús recorría todos los pueblos y aldeas enseñando en las sinagogas, anunciando las buenas nuevas del reino y sanando toda enfermedad y toda dolencia” (Mt 9:35). La mención de las palabras “todos” y “toda” nos comunica algo de la intensidad del ministerio de Jesús. La riqueza de la vida espiritual alimentaba la entrega decidida al servicio sanador, docente y profético.
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