Según Hechos 1:21 los apóstoles son testigos oculares de Cristo a lo largo de todo su ministerio, incluyendo la etapa posterior a su resurrección. El nombramiento de apóstol venía directa y únicamente de Cristo. Claramente su autoridad la atestiguan milagros, señales, y prodigios (Hch 5:12; 9:32-43).

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