por González, Justo L.

A través de un largo peregrinaje de casi veinte siglos, la iglesia ha podido contar siempre con la compañía de la Biblia. Desde el mo- mento de su propio nacimiento en el día de Pentecostés, la iglesia tenía ya a mano las escrituras hebreas —lo que hoy llamamos el AT— y podía contar con ellas para interpretar lo que estaba aconteciendo. Así lo hace Pedro en Hechos 2, al emplear palabras del profeta Joel para explicar lo que estaba aconteciendo con la dádiva del Espíritu.

Continúa…