por Reaño Vargas, Manuel

La Biblia afirma que los hijos son una bendición a una familia (Sal 127:3). Sin embargo, es muy importante reconocer que la inferencia inversa no es una enseñanza bíblica. En otras palabras, si bien la Biblia dice que los hijos son una bendición, en ninguna parte dice que la ausencia de ellos es necesariamente una maldición o un castigo de Dios. Las historias bíblicas de mujeres infértiles (Sara, Rebeca, Raquel, Ana, Manoa en el AT y Elizabeth en el NT) están más enfocadas en enfatizar el carácter escogido de sus hijos (Isaac, Jacob, Judá, Samuel, Sansón y Juan el Bautista) que en el problema de infertilidad de sus madres. Desde las Escrituras, por lo tanto, la infertilidad no indica automáticamente ausencia de bendición, ni mucho menos una maldición. Por ende, así como un pastor puede y debe animar a una pareja o a una mujer que tiene un hijo en condiciones difíciles, a buscar la bendición de Dios en ese hijo, a pesar de todo, también puede y debe animar a una pareja sin hijos —o a una persona que se ve enfrentada a aceptar que ya no los podrá tener, a reconocer que Dios puede estar queriendo bendecirlos de otra manera (Is 54:1-17). Las parejas y personas infértiles deben ser protegidas de las voces acusatorias –internas o externas– que quieran señalarlas por esa razón.

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