por Eitzen, Martín H.
Tito nos recuerda la importancia del discipulado y su necesidad para la iglesia en América Latina. Esta es una carta que todos los líderes, jóvenes y ancianos por igual, deben recibir y tomar en serio porque en ella se describe sucintamente lo que Dios espera de (i) el carácter del líder, (ii) las enseñanzas de la iglesia, y (iii) las buenas obras tanto del líder como de la congregación. En conjunto, estos cooperan para ser un testimonio vivo para un mundo que observa a la iglesia.
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