por Voth, Esteban | Acosta Benítez, Milton

En el mundo del Cercano Oriente antiguo no se acostumbraba dar título o nombre a los documentos. Se conocía el contenido de una obra por la primera palabra que aparecía en ella y señalaba así el tema principal que se iría desarrollando desde el principio a lo largo de todo el documento. En el caso particular de Génesis, que se escribió en hebreo, la primera palabra que se usa en la frase inicial es bereshit, que traduci-da al español significa “en el principio” o “al comienzo”. El título “génesis” proviene de la versión latina, la Vulgata, la cual lo tomó prestado de la transliteración de la versión griega de los Setenta (LXX), la versión griega del AT producida hacia el segundo siglo a.C. para los judíos expatriados que, como consecuencia del exilio, ya no hablaban hebreo sino la lingua franca del momento, que era el griego.

Como su nombre lo indica, Génesis es un libro de comienzos. Su lugar en el canon de las Sagradas Escrituras también da cuenta de esta realidad, al ser colocado como primer libro o documento de todo el canon bíblico, en cualquiera de sus tradiciones. Este relato antiguo narra eventos que giran alrededor de los comienzos del mundo y del ser humano, y de cómo Dios comienza a relacionarse con toda la creación. Narra tres grandes historias: la creación, la introducción de la maldad en el mundo, y la decisión inaltera-ble de Dios de salvar a la humanidad. Esta salvación se hace concreta en personajes muy conocidos de la Biblia: Adán y Eva, Caín y Abel, Abraham y Sara, Agar e Ismael, Isaac y Rebeca, Esaú y Jacob, Raquel y Lea, y tiene su clímax en Jesucristo. Hacia el final del libro la figura más prominente es José, uno de los doce hijos de Jacob. El libro comienza con la creación y termina con un hombre en un ataúd.

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